Por Carl Rogers
¿Quién será capaz de vivir en ese mundo tan extraño? Creo que serán los que tengan una mente y un espíritu joven, que generalmente significa los que también tienen un cuerpo joven. Nuestra juventud, al crecer en un mundo donde imperan las tendencias que he descrito, en su mayoría se convierten en nuevas personas, preparadas para vivir en el mundo del mañana y a ellos se unirán las personas mayores que hayan absorbido los conceptos de transformación.
Evidentemente, esto no ocurrirá con todos los jóvenes. Tengo entendido que muchos jóvenes en la actualidad, sólo se interesan por el trabajo y la seguridad, no están dispuestos a arriesgarse ni a innovar, son meros conservadores a la caza del «número uno». Posiblemente sea cierto, pero éste no es el caso de los jóvenes con que yo entro en contacto. Sin embargo, estoy convencido de que si bien algunos seguirán viviendo en el mundo actual, muchos otros lo harán en el nuevo del mañana.
¿Cuál será su procedencia? Mi observación me indica que ya existen. ¿Dónde se encuentran? Me los encuentro entre los ejecutivos de las corporaciones, que han abandonado la lucha competitiva de su clase, el aliciente de los grandes salarios y las posibilidades de la bolsa, para practicar una nueva vida más simple; entre los jóvenes de pantalón lejano que desafían la mayor parte de los valores de la cultura actual, para hallar nuevas formas de vida; entre sacerdotes, monjas y religiosos que han dejado atrás los dogmas de sus instituciones, para vivir de un modo más significativo; entre las mujeres que se alzan vigorosamente por encima de las limitaciones que la sociedad les ha impuesto; entre negros, chicanos y otros grupos minoritarios, que abandonan la pasividad de muchas generaciones para afirmarse en una vida positiva; entre los que han participado en grupos de encuentro, que hallan lugar para los sentimientos,
además de los pensamientos, en su vida; entre escolares marginados creativos que aspiran a metas más altas que las permitidas en sus estériles escuelas. También me doy cuenta de que vislumbré esta nueva persona, durante mis muchos años como psicoterapeuta, en los clientes que elegían para sí mismos un estilo de vida más libre, más rico y más autodirigido. Éstos son algunos de los lugares donde he encontrado personas capaces de vivir en este mundo transformado.
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